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17.5.12

Deja vivir (Dia Internacional contra la Homofobia y la Transfobia)


Confusión, miedo y explicaciones. Con estos tres términos podemos definir la vida de millones de personas. Primero no entienden lo que sienten, después tienen miedo a expresarlo y, finalmente, se pasarán toda su vida teniendo que enfrentarse una y otra vez a un momento muy amargo, dar explicaciones a todo el mundo que conozcan, familiares, amigos, jefes, compañeros de clase o trabajo,… Una vez alguien dijo sobre la homosexualidad que le daba igual mientras “no fuese obligatoria”. Pues millones de personas han sido y son obligadas a ser heterosexuales, a tener que rechazar su naturaleza, a tener que pensar que son seres raros o sencillamente una aberración. Para entender a un homosexual, el heterosexual debería pensar en esa obligatoriedad, imaginarse de verdad que todo el mundo le dijese que debería mantener relaciones homosexuales y ser mal visto en caso de no aceptarlo. Y por si esto fuese poco, cuando un partido decide demostrar que los homosexuales son ciudadanos y punto, apuesta porque la igualdad sea la base del fin del sufrimiento de un grupo enorme de personas, ofreciéndoles la opción del matrimonio, surge un grupo de fanáticos que llevan la medida al Tribunal Constitucional. Al Tribunal Constitucional, ahí es nada. ¿De verdad merecen estas personas este trato? Personas que han pasado toda su vida con miedo, recibiendo miradas que los juzgan, siendo rechazados por una parte de la sociedad (afortunadamente cada vez más pequeña), ahora que pueden tener un derecho que por fin los reconoce como ciudadanos iguales a los demás, ¿tienen que ver como miles de personas salen a la calle protestando contra ese derecho? ¿De verdad es necesario llevar este tema al Tribunal Constitucional, malgastando tiempo y dinero? ¿Qué han hecho estas personas para merecer tal atropello? No han matado, no han robado, sólo quieren vivir, compartir y amar como los demás. ¿Es pedir tanto? Yo creo que nadie debería obligar a nadie a ser nada.

Mención aparte merecen los transexuales. Millones de personas en el mundo gastan grandes cantidades de dinero y se someten a intervenciones peligrosas para cambiar pequeñas cosas de su cuerpo, alegando que así son más felices. Un aumento de pecho, una cintura más fina, una nariz u orejas más pequeñas o un cuerpo más musculoso son algunos de los cambios más frecuentes. Por no mencionar las dietas para perder los dos o veinte kilos que me sobran. El tiempo y dinero invertido por la ciudadanía en estos cambios son incalculables y en ocasiones carecen de recompensa. Para mí la reflexión es la siguiente: si tengo un complejo por pechos pequeños, puedo meterme en un quirófano y arriesgarme a secuelas de por vida porque es normal, así soy más feliz; ahora bien, si lo que me sobran son los pechos porque estoy encerrado en un cuerpo de mujer cuando me siento hombre (o viceversa), entonces no puedo hacer nada, tengo que sufrir y vivir en esa jaula el resto de mis días. Sinceramente, no lo entiendo y me parece más necesario lo segundo. Todos queremos ser más felices, todos buscamos sentirnos bien con nosotros mismos y con nuestro cuerpo, que es una de nuestras principales señas de identidad (no nos lo podemos dejar en casa), sin embargo no se acepta que una persona sienta la necesidad de cambiar de sexo y no comprendemos, ni parece que queramos comprender, lo que siente todas las mañanas al verse al espejo. Tiene que ser muy duro y a mí, personalmente, no me gusta ver a la gente sufrir de ese modo.

En 2009, el PSOE aprobó el día 17 de mayo como Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, sumándose nuestro país a los Estados que impulsan este día como símbolo de la lucha por la igualdad. Es un paso. Permitir el matrimonio homosexual es otro paso. Pero es la sociedad la que tiene que empujar por hacer la vida más fácil a aquellos que tienen dificultades.
Para terminar, cabe destacar que un gran problema actual para estos colectivos es el mensaje radicalizado de la Iglesia. A este colectivo sólo tengo una cosa que decirles, "amad al prójimo, como a vosotros mismos".

Óliver Lolo Martínez.
Es miembro de Juventudes de Calahorra y concejal del Excmo. Ayuntamiento de Calahorra por el PSOE.

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